Cayo Mario, el tercer fundador de Roma

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Cayo Mario, el tercer fundador de Roma. Cayo Mario, un hombre nuevo, salvo la República de terribles enemigos convirtiéndose en el tercer fundador de Roma. El siete veces cónsul, reformo el ejercito convirtiéndolo en la poderosa herramienta que su sobrino Cayo Julio Cesar y sus sucesores usarían para conquistar el mundo.

Autor: Francisco García Campa

 Nº de páginas: 152 páginas. 8 ilustr. color

Edita: HRM ediciones

ISBN: 978-84-946070-8-0

Lengua: CASTELLANO

Sin existencias

Descripción

Cayo Mario, un hombre nuevo, salvo la República de terribles enemigos convirtiéndose en el tercer fundador de Roma. El siete veces cónsul, reformo el ejercito convirtiéndolo en la poderosa herramienta que su sobrino Cayo Julio Cesar y sus sucesores usarían para conquistar el mundo.

A finales del siglo II a.C. Roma se encontraba en una nueva edad de oro. Riquezas procedentes de los tres continentes conocidos llenaban las arcas de la República y de las familias patricias. No obstante no todo era felicidad, mientras tanto los pequeños propietarios se arruinaban.

Roma era un verdadero “gigante con pies de barro”, sus instituciones políticas y sociales eran las mismas que cuando era poco más que una ciudad estado y no se habían adaptado a los cambios producidos en las últimas décadas. Los aristócratas estaban más preocupados de sus riquezas personales y de lograr la fama a través de la política que del bien común, lo que haría que las clases populares asumidas en la pobreza escuchasen a aquellos que les prometiesen grandes cambios.

La ruina de los pequeños propietarios no solo afectaba a la política y a la aparición de las dos grandes facciones que monopolizarían las últimas décadas de la República, populares y optimates, sino también al Ejercito. Desde Servio Tulio, en el siglo VI a.C., los ciudadanos en razón a su nivel de renta o propiedades servían en las legiones pagándose su propia equipación. Al desaparecer gran parte de los pequeños propietarios por la competencia desleal de los latifundistas esclavistas, Roma perdería la base de las legiones que vencieron a Cartago.

El autor decimonónico alemán Theodor Mommsen se hizo esta pregunta “¿No quedaría muy pronto reducido (se en tiende el ejército romano) a buscar soldados en el mercado de esclavos?”. De hecho esto mismo se debieron plantear los hermanos Graco, cuando plantearon unas reformas para lograr que los proletarios y los antiguos propietarios arruinados volviesen a trabajar sus tierras y a formar parte de los ejércitos. Pero todos sus intentos fueron silenciados en su propia sangre ante la oposición de los Optimates.

Pero serían dos guerras las que cambiasen la situación: una al sur contra Yugurta, el rey de los númidas, la otra contra cimbrios y teutones que descendieron de las frías tierras del norte de Europa. La propia existencia de Roma estaba en juego. La negligencia y corrupción generalizada de la clase política, hicieron que el pueblo confiase en la llegada de un “hombre nuevo”.

El salvador sería Cayo Mario, “El tercer fundador de Roma”. Un hombre que no pertenecía a las grandes familias, un provinciano nacido en la aldea de Ceraeta en las cercanías de la ciudad de Arpino.

Cayo Mario, un hombre rudo y bregado en los campos de batalla de Hispania contra los celtiberos de Numancia que aborrecía de las extravagancias de los aristócratas. Cuando se reina de él por no hablar griego él contestaba que era ridículo aprender el idioma de los esclavos.

Como años más tarde diría Cicerón existen dos formas de lograr éxitos en política “La primera la que tienen los generales; la segunda la que tienen los buenos oradores”. Sus cicatrices, su fama en combate y no la oratoria o el griego serán su carta de presentación en el Foro de Roma. Este sería parte de su discurso, según Plutarco, cuando se presentó a su primer consulado en plena guerra contra Yugurta:

Porque a la verdad yo no puedo presentar en abono mío, estatuas ni triunfos, ni consulados de mis mayores; pero si fuere necesario presentaré lanzas, banderas, jaeces y otros dones militares; y además de esto heridas recibidas pecho a pecho. Estas son mis estatuas, ésta mi nobleza, no como ellos la tienen heredada, sino adquirida a costa de grandes trabajos y peligros.

Tras vencer a Yugurta y pasearlo encadenado en Roma, Cayo Mario debió enfrentarse a la mayor amenaza para la ciudad desde hacía siglos. Los barbaros descendías en masa hacia la península y ya habían vencido a varias legiones enviadas a frenarlos. Realizo una serie de reformas en el ejército que convirtieron a la antigua milicia ciudadana en una tropa profesional y estandarizada: homogeneizó en la medida de lo posible la panoplia, incorporó el Aquila como símbolo de las legiones, permitió el acceso de los proletarios…

Cayo Mario, el siete veces cónsul pasaría a la historia por la profesionalización del ejército. Los futuros legionarios o también conocidos como “mulas de Mario” por su fidelidad a sus generales serían el motor del fin de la República. Esto sucedería a la muerte de su sobrino Julio César.

FUENTE: blogs.20minutos.es. Cayo Mario, el hombre nuevo

.Autor: Francisco García Campa

Sobre el autor:

Francisco García Campa (Oviedo, 1975), profesor en la Fundación Masaveu, licenciado en Derecho y graduado en Geografía e Historia y divulgador especializado en historia militar. Autor del blog Bellumartis.

Edita: HRM ediciones

Colección: H de Historia

Dirigida tanto a aficionados como a expertos, “H de Historia” es una serie de ensayos que hace un recorrido por episodios y personajes de todas las épocas que han dejado una impronta imperecedera en la Historia Militar.

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