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Plato romano grande

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Este plato romano grande es una pieza de vajilla, en cerámica común, que se empleaba para poner la comida; presentan paredes en forma de casquete esférico, borde liso o ligeramente engrosado y pequeña base anular. En cuanto a su función, es casi seguro que sustituían a la vajilla fina de mesa —es decir, a la terra sigillata— en hogares de economía poco próspera.

Tamaño: 3 x 35 cm. (alto x diámetro del plato)
Material: cerámica (barro cocido)

Sin existencias

Descripción

Plato romano grande

Este plato romano grande es una pieza de vajilla, en cerámica común, que se empleaba para poner la comida; presentan paredes en forma de casquete esférico, borde liso o ligeramente engrosado y pequeña base anular. En cuanto a su función, es casi seguro que sustituían a la vajilla fina de mesa —es decir, a la terra sigillata— en hogares de economía poco próspera.
Este conjunto cerámico se clasifica en dos grupos:
— Platos y tapaderas de borde ahumado.
— Platos de borde no ahumado.
a) Platos y tapaderas de borde ahumado
Las tapaderas se distinguen de los platos porque poseen un pomo para agarrarlas, aunque en los fragmentos que no lo conservan se hace difícil distinguirlas de los platos, ya que los bordes son iguales: engrosados o rectos. La única pista para su diferenciación, en estos casos, son las estrías producidas por el torno que presentan en el interior, en el caso de considerarlas tapaderas, ya que resultaría difícil su uso como platos con una superficie interior estriada.
Los platos ofrecen dos variantes, según la forma del borde: borde engrosado y borde colgante, paredes en forma de casquete esférico y base anular. Ambas producciones se caracterizan por estar realizadas en barro de tono rojo anaranjado, compacto y bien trabajado, y por tener una capa de engobe en tonos pardos y grisáceos que recubre totalmente el borde. En el Portus Illicitanus se encuentra cerámica con borde ahumado en todos los niveles, desde los más antiguos a los más modernos.
Con respecto a la cronología, observamos que la variante de borde engrosado es posible que hiciese su aparición en el mercado a mediados del siglo I de J. C, perdurando durante los siglos II y III, pues se encuentra en la Casa Noroeste de Pollentia y en el estrato II de Albintimilium, donde termina su uso en la segunda mitad del siglo IV. La forma de borde colgante es característica de época tardoimperial, encontrándose en la Casa de los Tesoros de Pollentia, en el estrato II de Albintimilium, y en los estratos E/F y D del Claustro de la Catedral de Tarragona. En Tipasa, aparecen junto a materiales del tipo sigillata clara D y cerámica local de tipo rústico, de probable datación hacia el siglo IV.
El lugar de origen de estas producciones se encuentra todavía poco precisado, ya que desde época muy temprana aparecen en Italia, Norte de África y las costas de Francia y España, sin que por el momento hayan aparecido alfares importantes que ofrezcan pistas seguras para establecer el centro de producción más antiguo. (Veinticinco ejemplares).
b) Platos de borde no ahumado
La forma de estos platos se presta a muy pocas variaciones a lo largo del tiempo, por lo que la cronología de esta producción es muy amplia, comenzando en época republicana y fabricándose ininterrumpidamente hasta finales del siglo IV. No estamos ante el caso de imitaciones en cerámica común de la vajilla campaniense o térra sigillata como ocurre en otros yacimientos del Mediterráneo, tipificadas por Vegas, los cuales proporcionan una cronología bastante precisa. En nuestro caso podemos afirmar que fueron fabricados en modestos talleres locales de un área muy reducida. Las formas son muy simples: paredes en forma de casquete esférico, borde engrosado y un bajo pie en forma de anillo. El color del barro oscila del rojo ladrillo al ocre, y es de textura muy porosa.
MARÍA JOSÉ SÁNCHEZ FERNANDEZ
Museo Arqueológico de Santa Pola (Alicante). PDF

 

Cerámica romana

La cerámica romana fué producida en cantidades enormes en la antigua Roma, es una producción con un marcado carácter utilitario, normalmente realizada a torno y con moldes. Constituye un ejemplo claro de las primeras producciones a gran escala.

Se puede clasificar, de forma general, en dos tipos principales según su uso, común y fina, siendo la común la usada en la elaboración, almacenaje y transporte de los productos alimentarios, los elementos de vajilla de uso cotidiano. La vajilla fina, tiene un uso más selecto, con predominio de la plástica, tanto en la mesa como en el adorno en general. Su terminado preferido, es el de la terra sigillata, un engobe coloidal.

 

Introducción

Su producción contiene vasijas de pasta calcáreas con contenido en hierro (arcilla sin barnizar, así son, por ejemplo, las grandes ánforas y las tinajas o dolium para el vino y el aceite), otras barnizadas con un barniz rojo u oscuro y lustroso pero no vidriado y otras vidriadas (con barniz vitrificado) aunque raras. Tiene además objetos de plástica monumental para obras arquitectónicas como antefixas y metopas con bajorrelieves, también usadas por los griegos. Muchas piezas llevan estampilla o marca de fábrica en letras romanas mayúsculas lo cual se observa asimismo en algunos vasos de procedencia griega y con caracteres griegos. Entre la vasijas de tipo romano goza de celebridad la llamada cerámica arretina (de Arezzo) cubierta de un barniz lustroso no vitrificado de color rojo uniforme. Carece de pinturas pero tiene ornamentación en relieve (cuando la lleva) consistente en florones, ramitas, medalloncitos, pequeñas figuras humanas o de animales, orlas o grecas y diversos trazos rectilíneos, hecho todo con moldes sobre el barro fresco. Suelen ostentar estas vasijas su estampilla o marca de fábrica por lo cual y por los dibujos moldeados reciben el nombre de terra sigillata y de ellas se encuentran numerosas en los Museos ya en forma de copas o tazas, ya en la de catinos o platos, ya en la de lucernas o candilejas y de jarritos con asa.

Muy parecida a dicha cerámica y tal vez más antigua es la llamada de Aco (antigua población italiana donde se descubrió) la cual se distingue por la finura de su barro de color rojo o pajizo y por no llevar moldeadas las figuras de relieve sino aplicadas a la superficie por medio de algún frasquito que vertía el barro decorador en estado pastoso. Se supone que esta cerámica es de los últimos tiempos de la República y la aretina, del Imperio.

Semejantes e incluso idénticas ala cerámica aretina son la galo-romana de Francia y la saguntina de España ambas de fabricación colonial o regional sin que se limite la última a la región de Sagunto sino que se halla extendida en toda la Península Ibérica con el nombre de terra sigillata. Los tipos de vasijas de toda esta cerámica imitan a los de la griega en sus formas básicas de hidrias, dolium (equivalente al pithos griego), ánforas y jarritos diferentes además de sus especiales tipos de tazma Antigua]]

A este enorme ámbito espacio temporal se une una ingente variedad funcional y formal: cerámicas comunes de mesa, cocina y despensa, de almacenaje y transporte, ánforas, lucernas, conmemorativas, cerámicas de tocador o vajillas finas y de lujo como la terra sigillata, -sin olvidar los más modestos materiales cerámicos de construcción, que dieron soporte a una política de edificación sin paralelo en el mundo antiguo-, configuran un inmenso legado material y cultural, de sustancial valor para arqueólogos, ceramólogos y estudiosos de la Antigüedad en general.

Tal diversidad técnica, formal, funcional, geográfica y cronológica va acompañada de una gran variedad decorativa que abarca casi todas las técnicas conocidas: pintura, incisión, excisión, bruñido, estampillado, burilado, barbotina o relieve aplicado, como influencia oriental, el uso de los esmaltes, quizá la más difundida de todas, el moldeado, dando lugar a la primera producción en masa de la Historia, la terra sigillata. Algunos de estos productos llegaron a alcanzar tal grado de perfección que hoy se consideran verdaderas obras de arte.

Desde su nacimiento hasta su muerte cada habitante de aquel mundo romano precisaba para todas las actividades de la vida diaria, de manera directa o indirecta, cerámicas de todo tipo. Su presencia en la vida cotidiana era tan constante como el plástico en la nuestra. Tan vasto mercado condujo a una ingente y permanente demanda provocando que la actividad alfarera llegara a ser la mayor industria manufacturera de la época. Incluso las legiones romanas disponían de sus propios talleres, lo que supuso también una gran pluralidad de producciones militares.

Tan fabulosa diversidad y consiguiente abundancia representa para arqueólogos e historiadores un extraordinario reto de investigación a la vez que una herramienta de singular valor para la datación de los yacimientos, el estudio de las corrientes comerciales en cada periodo y lugar e incluso para analizar la penetración de las influencias romanas entre aquellos pueblos, que bien mediante el comercio o la conquista tomaron contacto con Roma.

 

Influencias de la cerámica en Roma

Dada la amplitud del imperio, se puede ver claras influencias en la elaboración de los productos. En este periodo, desde la húmeda Britania al valle del Nilo y desde Hispania al Éufrates, esta conspicua mezcla de tierra, agua y fuego fue protagonista del nacimiento de la primera industria manufacturera de la Historia.

Bajo el término cerámica romana se esconde un vasto universo de producciones de muy diversas procedencias, categorías técnicas y zonas de comercialización o difusión. Desde modestas producciones locales fruto de artesanos anónimos que surten una demanda muy próxima, y que a veces hunden sus raíces técnicas y formales en la tradición local, hasta lujosas y sofisticadas vajillas con influencias helenísticas y orientales, salidas de afamados talleres altamente especializados, que firman sus productos y los difunden por los más apartados rincones del orbe romano. Este fenómeno abarca un dilatado espacio cronológico, que comprende desde época republicana, con producciones como las campanienses, herederas directas de las cerámicas áticas y etruscas, que se remontan al siglo IV a. C., hasta el fin del Imperio con manufacturas que prolongan su tradición a lo largo de toda la tardoantiguedad hasta los albores de la Edad Media, es decir más de 1000 años de historia.

 

CERÁMICA ROMANA (CERAWIKI)

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