Fascinus romano alado de plata (colgante)

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Colgante fascinus romano alado de plata, perteneciente al siglo I d.C. La imagen del falo se asocia con el poder de fecundación y fertilidad de la naturaleza, representado en el dios Fascinus, al que se le atribuye, entre otros, la curación de fascinum o mal de ojo y la ayuda a la fecundación de las hembras estériles. Reproducción fiel en plata de pieza romana de la Hispania Romana.

  • Tamaño: 3 x 0,5 x 2,5 cm. (largo x ancho x alto)
  • Material: plata

Sin existencias

Descripción

Fascinus romano alado de plata (colgante)

Reproducción de amuleto colgante fascinus romano alado de plata. Siglos I – II d.C.

El símbolo de la fertilidad en la religión romana se representó  a través de estos amuletos. La imagen del falo se asocia con el poder de fecundación de la naturaleza, representado en el dios Fascinus, al que se le atribuye, entre otros, la curación de fascinum o mal de ojo y la ayuda a la fecundación de las hembras estériles. Se usaba como talismán con poder protector y acompañante de la buena suerte. Se realizaron preferentemente en bronce pero también se utilizaba en hueso y en metales preciosos.

Muy comúnmente en los fascinus romanos de esta época (siglo I – II d.C) suele ir el falo acompañado con la “higa”. La higa es un amuleto protector originario de la Península Ibérica que adoptaron los romanos y que con el tiempo se difundió por el mundo con diferentes nombres. Se trata de un brazo con el puño cerrado en el que sobresale el dedo pulgar de entre los dedos (similar a la “peineta” que utilizamos hoy en día para insultar o desear el mal ajeno). Se cree también que la higa es de origen griego de en torno al s.VI a.C. Se utilizaba para ahuyentar el mal de ojo, la envidia, los celos y como protección contra las enfermedades. A las higas o figas también se les llama “puñetas”.

La Higa es también llamada mano negra, mano poderosa, manina, manezuela. cigua, figa, puñera…esconden bajo su apariencia de simple alhaja un mundo de creencias ancestrales.

Fascinus, un amuleto romano muy particular

La superstición era una característica fundamental de todo buen romano. Conjuros, remedios, ofrendas y amuletos eran habituales para ganar el favor de los dioses, conseguir buenos augurios o combatir el mal de ojo.

Uno de los símbolos más importantes dentro de estas creencias era el “Fascinus”, un falo que podía presentar gran diversidad de modificaciones y añadidos. Su origen es muy antiguo, asociado al dios griego de la fertilidad, Príapo, que en el mundo romano solía denominarse Fascinus o asociarse con Baco.

Las vírgenes vestales guardaban un celoso culto al Fascinus Populi Romani, una sagrada imagen del falo, que formaba parte de los símbolos de Roma. De hecho, durante la fiesta del Liber Pater, asociada a Baco, se sacaba en procesión un gran falo.

Habitualmente, el símbolo fálico servía a dos utilidades. Por un lado, era un símbolo de fertilidad, tanto de los campos y cosechas, como para la concepción de la mujer favoreciendo los nacimientos. Era habitual que las mujeres embarazadas portasen colgantes fálicos, que en ocasiones portaban alas. Además, antes de contraer matrimonio, era costumbre que la novia se colocase a horcajadas sobre un amuleto fálico, como símbolo de fertilidad.

La segunda utilidad era como protección contra el mal de ojo. Para la superstición romana, existían tres posibilidades de atraer el mal de ojo.

La envidia solía ser el principal motivo de mal de ojo, conocido como “invidere”. Creían que el poder de la envidia, de “mirar con malos ojos”, podía atraer el mal de ojo sobre una persona. Por ese motivo, durante el desfile del Triunfo, las vestales colocaban colgantes de “fascinus” bajo el carro, para proteger al general triunfador de la envidia que muchos podrían tenerle.

Los “fascinadores” eran brujos o hechiceros, a los que se les achacaba la capacidad de provocar mal de ojo mediante conjuros. Contra ellos, era común utilizar el amuleto fálico.

Finalmente, había un conjunto de personas, como las mujeres durante la menstruación o las personas con discapacidad, se consideran como potenciales atrayentes de mal de ojo.

Los amuletos fálicos solían colocarse, originalmente, a los niños. En ocasiones, se fabricaban una especie de “atrapasueños” que se colgaban sobre la cuna del bebé, como protección.

Los legionarios romanos tampoco escapaban de la superstición, por lo que era común el uso de colgantes fálicos, en sus distintas versiones. A los colgantes de falos alados, se sumaban otros colgantes con un falo en un extremo y un puño en el otro, como signo de protección y fuerza.

Pero no solo las personas utilizaban este símbolo, sino que era habitual su colocación en calles y edificios para garantizar su protección. A la simple colocación de falos, se suman las imágenes de un falo eyaculando sobre un ojo, como descripción gráfica del triunfo sobre el mal de ojo.

El uso de este símbolo fue tan extendido y popular, que durante el siglo VII d.C., los autores cristianos continúan describiendo su uso, que se intentaba erradicar.

La arqueología es una fuente inagotable de este tipo de amuletos, algunos de los cuales pueden visitarse en el Museo de León, pudiendo observar de cerca estos curiosos colgantes.

Fuente: La túnica de Neso

 

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Peso50 g
Dimensiones3 × 0,5 × 2,5 cm

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